domingo, 30 de diciembre de 2018

Segundo intento

Hace años, intente escribir la historia de mi familia. Me quedé atascada. Imposible seguir. Pero pienso  que si, que merece la pena contar la historia de esta poco tradicional familia Ramos y Sabatié. De lo que sabemos y de lo que no. De lo que me invento. De lo que fue y de lo que se fue. 
Quizás sean estas fechas navideñas las que me empujan a ello. No sé pintar. pero hace poco tuve una idea, la de pintar una cena navideña de mi infancia, dónde solo quedaría yo, los demás rostros faltan, se han ido. Se fueron. 
Tengo una amiga pintora y escritora. Ayer, en la cocina, mientras calentábamos las alcachofas al Moriles y le daba unas cuantas vueltas a mi blanquette de ternera, no la de Simone Ortega, sino la de mi madre que nunca cocinó, pero que contadas veces cocino yo por ella, en homenaje a la cuisine française que heredé de sus buenos quehaceres. 
Con un ojo vigilando la sartén y el otro mirándome,  me contó lo de su blog, de sus amigas seguidoras y me dije que porque no, que por donde empiezo, que no sé si me atrevo.
Voy a intentarlo. No de golpe que no me sale, sino que dejaré que fluya. que lleguen, cual olas, los recuerdos que iré plasmando. Al tuntún, sin ton ni son.
Hoy no tengo.
Hoy la gata juega y la perra duerme.
Estamos en vísperas de un enésimo traslado. Con sus cajas. Sus recuerdos en el fondo. Su pinzamiento del corazón al abrirlas.
Dispuesta a que me asalten por sorpresa.  
Mientras, en el calor de la noche , las mismas estrellas van apareciendo.